El Favor de los Dioses

Durante más de 72 horas vagué por el mundo de la vigilia en busca de una revelación que le diese sentido a mi vida.

Desde la noche del lunes, sólo visite los dominios de Morfeo un par de horas. Así, buscando una pregunta para La Respuesta, dirigí mis pasos hacia el Mundo de la Noche (Aforismos de mi Maestro de Esgrima 10:11). Finalmente, el miércoles creí encontrar no lo que buscaba, las cosas nunca son tan sencillas, pero si creí encontrar algo.
En general, no importa lo que busques o a quién busques, ya que no lo encontrarás. Lo importante es quien te encuentra a ti, lo que se cruza en tu camino. Es aquella situación que escapa a tu control, todo lo que escapa a tu comprensión. Miras en el pozo y el pozo mira en ti. Vniversum Ex Machina.

Hay veces que tus sentidos te engañan. Hay veces que alguien te susurra algo en el límite de tu audición y sabes que has oído lo que has creído oír, pero no te queda más que el eco de las oportunidades desaprovechadas en tu memoria.

El jueves me encontró de sobremesa con una Grimbergen en mi mano y el sabor de la doble malta en mi boca. El sueño de nuevo me había sido velado y el trabajo era lo único que me unía desde hace dos días al mundo de la rutina.
Sin posibilidad de descanso, llegó la hora de ir a las Fiestas del Zaidín. No es una cosa elevada. Son bajos instintos. Beber, escuchar música y dejarse llevar por lo que te rodea.
Los conciertos no estuvieron mal, si bien Reincidentes ya no son los que escuché la última vez que me los crucé en directo. Otra baja más. Otro grupo que canta y promulga lo que fueron y ya no son.

Pero la revelación me llegó mientras volvía a casa, tarde, con ánimo de dormir las horas que me quedaban para el amanecer y, por ende, para trabajar. Y fue allí, recorriendo los viejos caminos gravados en mi memoria tal como los recorría en el pasado, que llegué al lugar de la comunión con los viejos dioses. El lugar donde durante tantos años les devolví lo que les correspondía por acuerdo establecido. Y, al cumplir con el Pacto después de tanto tiempo sin hacerlo, encontré en el suelo el símbolo de su favor.

Hay veces que piensas que estás perdido, que no llevas rumbo, que quizás no te estés comportando como deberías y que nunca rodearás el Cabo de Buena Esperanza. Pero allí, a mis pies, en aquel sucio callejón, dos peones de ajedrez me recordaron que la vida aún es un juego de estrategia y que la partida no termina hasta que uno de los reyes cae. Yo no pienso caer.

Esa es la forma que tomó para mÌ el Favor de los Dioses, dos peones que sacrificar en mi Cruzada, en mi Jyhad cuando llegue el momento.

El primer peón en moverse es el primer peón en caer. Aún espero mi momento; le toca mover al destino.

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